Leyendo el interesantísimo "Lunfardo" de Oscar Conde me encontré con una sorprendente similitud. En el aparte dedicado a los brasileñismos, lusismos y africanismos, Conde describe, no tan someramente, las estructuras del quimbundo, lengua bantú, remitiendo a la obra de
Renato Mendonça, "A Influência africana no Português do Brasil" (2012, cap.V, pgs.73 y ss.)
Nos informa que la particularidad del quimbundo (o kimbundu) radica en la construcción del vocabulario en base a un conjunto de clases distinguibles entre sí por afijos propios a cada una.
Mas adelante exhibe una tabla con dichas categorías y sus casos nominales y concordantes.
Las clases son:
1) Seres animados
2) Seres inanimados
3) Instrumentos
4) Objetos de grandeza
5) Términos abstractos
6) Objetos de extensión
7) Términos abstractos (?)
8) Términos verbales
9) Animales
10) Diminutivos
Como ejemplo postula mukama, [en Brasil, 'esclava negra especial'] compuesto por el prefijo mu , que corresponde a los seres animados y el morfema raíz kama que significa 'ordenar'.
Cabe preguntarse si el ordenamiento de las mentadas clases se corresponden con una jerarquización de alguna especie, según el criterio bantú.
Esta concepción linguística me recordó inmediatamente el ensayo "El lenguaje analítico de John Wilkins" de J.L.Borges, del volumen de ensayos "otras inquisiciones", donde Borges ensalza las varias inquietudes del filósofo inglés, entre las que destaca la propuesta linguística formulada en "An Essay towards a Real Character, and a Philosophical Language" (Londres, 1668)
Allí Wilkins presenta una suerte de taxonomía universal compuesta por módulos conceptuales básicos que por agregación pueden representar cualquier objeto, sustancia o idea.
A continuación asigna fonemas a dichos módulos y así propone este "lenguaje filosófico" del que nos habla el título.
La virtud que subraya Borges en esta idea, es que busca prescindir de las arbitrariedades idiomáticas; su afán es organizativo o clasificatorio. No obstante -digo yo- no sería inmune a la dimensión poética, mediante la recombinación de sus módulos conceptuales de alguna manera inesperada.
El otro aporte Borgiano es la cita de un supuesta enciclopedia china: "Emporio universal de conocimientos benévolos", que contiene un listado similar al kimbundo, muy bonito, pero que por inventado, no le llega a empardar. Acá lo transcribo, con la debida licencia del enciclopedista chino:
a] pertenecientes al Emperador,
b] embalsamados,
c] amaestrados,
d] lechones,
e] sirenas,
f] fabulosos,
g] perros sueltos,
h] incluidos en esta clasificación,
i] que se agitan como locos,
j] innumerables,
k] dibujados con un pincel finísimo de pelo de
camello,
l] etcétera,
m] que acaban de romper el jarrón,
n] que de lejos parecen moscas
Esa lista miscelánea llamó la atención de Michel Foucault en su famoso libro "Las palabras y las cosas", donde lo analiza en relación a la delimitación de lo impensable.
No deja de ser desconcertante que la etnia bantú, eones antes del atareado Wilkins desarrollara una "lengua filosófica" basada en un criterio postulado por el sabio de la Royal Society como superación de la arbitrariedad de la lengua ordinaria.
¿Habrá conocido Wilkins algún kimbunduhablante? No parece así por la forma en que propone su sistema como innovador. Seguramente concebía más verosímil la posibilidad de un viaje a la luna -como sugirió alguna vez, antes que Verne- que la preexistencia de un lenguaje tal en las profundidades del continente negro.